Día de baño

Sé que no escribía hace tiempo. Es que todavía me estoy reponiendo de la última escapada. Y cuando aparecí me pescó la Cecilia, que dice que es experta gatuna y me bañó, porque según ella venía hirviendo de pulgas. (Lo que no deja de ser una calumnia. Tenía, pero pocas) ¿Y qué creen, que la calle es un paraíso? No pues, hay vida allá afuera. Y pulgas.

La cosa es que disfruté del baño. Me porté como una princesa. Y aunque sé que no salgo muy favorecida en las fotos, ustedes son de confianza. Ya les pondré otras mejores aquí. Cuando él, que ya se le pasó el enojo, me regale el collar de diamantes que me prometió.

Prohibido reirse.

(Escribo esto hoy porque sé que él tiene pena, por lo que le pasó a la Mignone de la Martine. No quiero pensar en eso. Es penoso. Es duro. Es terrible. Y ojalá que cuando vea esto se alegre.)

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Y esta es peor, lo sé. Mucho trasnoche. Parezco no sé, con mucha resaca. Y no había tomado nada. Debe haber sido la emoción de la escapada...

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Cuidadito con reirse mucho.